18 dic 2009

"En Irán, un gay sólo puede estar muerto"



Un iraní que vive en Málaga se convierte en el primer refugiado político que se acoge a la Ley de Asilo por su orientación sexual.

Desde su infancia ya se sintió diferente. Pero a sus 18 años, Alí se convenció de que era gay. Desde entonces y hasta cumplir los 35 -cuando huyó de su país, Irán- vio muchas ejecuciones de homosexuales. Allí, tener una pareja del mismo sexo es un delito que unas veces se castiga con 90 latigazos y otras, con la pena de muerte.

Después de que lo detuvieran por estar en una fiesta con otros gays, lo mantuvieran seis días en un calabozo y lo torturaran, supo que sólo tenía una opción para vivir como sentía: huir de Irán. Fue así como este joven que ahora tiene 36 años, era funcionario de un servicio de empleo y es diplomado en Agronomía, llegó a España en diciembre de 2008. De inmediato, pidió asilo. El lunes pasado se lo concedieron. Así, se ha convertido en el primer refugiado que se acoge a la Ley de Asilo aprobada en octubre por su orientación sexual.

Alí no es su verdadero nombre, pero oculta su identidad para que su familia, que permanece en Irán, no sufra represalias. También por eso se tapa la cara con las manos cuando los fotógrafos lo retratan.

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