
Alejandro Amenábar vuelve a ser el director del momento.Obsesionado con el viaje al pasado que ha hecho en Ágora, -un drama de romanos y cristianos en el Antiguo Egipto de 50 millones de euros.
Ágora muestra la intolerancia religiosa, descubre la figura de primera científica de Occidente y también cuenta una historia de amor no correspondida.
Por eso creo que el nombre de Ágora es el más idóneo, es esa plaza en la que confluye todo eso. Pero la película nace de la astronomía, algo a lo que no quería renunciar. Empezamos a estudiar a Galileo, Copérnico, Einstein, Hipatia...Y como no podíamos abordarlo todo, nos concentramos en Hipatia.
Si hubiera sido un hombre...
No hubiera sido lo mismo. Esta matemática, la más destacada de su tiempo, tiene paralelismos con Jesucristo. Ella habla de paz y entendimiento a sus discípulos, y éstos la veneran como una hermana, madre y maestra. Fue una mujer muy firme en sus convicciones y fue martirizada por sus ideas políticas.

Muchos filmes han retratado a los cristianos como víctimas. No es su caso.
No es un filme contra los cristianos y sí contra los que están dispuestos a matar por una idea. Me resulta inconcebible que hoy en día unos chavales pongan bombas por eso. En el reparto hay actores cristianos, musulmanes, judíos, palestinos... Hubo discusiones y hablamos mucho de la fe. Mostramos que los héroes de la película son los que utilizan la cabeza, no las armas, por eso la violencia está rodada de manera fea y sucia.

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