Un gay en la América profunda

Quienes hayan visto Borat, un fenómeno de 261 millones de dólares en taquilla, reconocerán en Brüno las poses irreverentes, la capacidad de improvisación y el ánimo provocador de aquel reportero kazajo que escandalizó a la América más recatada. No en vano, los dos personajes están interpretados por el talentoso actor Sacha Baron Cohen, quien ha alcanzado la fama a través de varios programas televisivos en los que intenta, como en sus películas, desnudar la verdadera naturaleza de la idiosincrasia occidental.

Y en ese cometido la verdad es que sale siempre airoso. Si algo que reconocerle a Baron Cohen y, por extensión, a Brüno, es la capacidad de denunciar, desde la hilaridad y nunca la pedantería, la enorme estupidez que caracteriza a la sociedad contemporánea. En esta ocasión, le toca el turno al mundo de la fama. Brüno no deja títere con cabeza. Ironiza sobre la frivolidad que rodea a la farándula y, sobre todo, pone a prueba una y otra vez la paciencia de los estados ultraconservadores del mapa yanqui, ahogados en prejuicios.
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