
El pasado lunes me fui al Mercadona. Suelo hacer un Mercadona o Carrefour express, ¡jajaja, por lo de express! , un par de veces a la semana. La excusa es comprar comida y aprender nuevos idiomas, , miestras esperas en cola de la cajapero, no realmente a lo que vamos es a llenar el carrito de cosas raras, ofertas imprescindibles para el mundo moderno, alimentos de origen remoto y bebidas de colores. Sí, todavía andan por casa unos asquerosa confitura de castañas.
Y allí dentro: LA DEBACLE.
Lo del desabastecimiento por la huelga de transportes es falso, lo que provoca el desabastecimiento es la locura insana de la gente.

Como loc@s: no quedaban cestas, atascos en los pasillos, una pareja de ancianitos llenando el carro con frascos de garbanzos. Otra señora cargando cajas y cajas de leche. El estante de la pasta VACÍO. Las conservas vegetales, al mínimo (no quedaban espárragos). Los congelados, ídem. Las colas en charcutería, demenciales.
Y luego las estrategias de compra: ya ni se respetaba la clásica cesta abandonada en la cola de la caja mientras su propietaria (no me llames machista, es una cosa muy de señoras) va "en un momentito" a por "eso que se me ha olvidado". No. Las cestas eran implacablemente apartadas por otros indignados clientes.
La segunda táctica más habitual, hacerse la indefensa, tampoco valía: de nada sirvió llegar con la cesta a las colas de caja, mirar angustiosamente a ver qué cola es la menos llena, enseñar su escasa compra "que no va a tardar nada en la caja", bufar y desesperarse. Y lo de coger número en la charcutería, pescadería, frutería, pollería y carnicería a la vez se convirtió en el anticipo de Pekín 2008, con carreras a lo largo de los pasillos de gente con siete papelitos en las manos derramando amargos llantos por haber perdido ese preciado tesoroque es LA VEZ. Ayer, el super era LA GUERRA.
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